Campamento Vallecas

En julio, estudiantes del Colegio Agustiniano de Madrid colaboraron como monitores y voluntarios de ARCORES en el campamento urbano de la parroquia Santa Irene y de la parroquia de San Cosme y San Damián. en el madrileño barrio de Vallecas. Marina, la coordinadora del campamento, nos cuenta su experiencia:

«Madrid es duro, todos lo sabemos. Cuando esta ciudad se levanta hostil, no hay sonrisa ni buena actitud que la supere: se te colgarán de los brazos tantos empujones, miradas ceñudas, desplantes, filas interminables y asfaltos infinitos que no tendrás fuerza ni para pensar en que mañana será otro día.

En Madrid el frío invernal se te queda en los huesos, y cuando todavía no te atreves a quitarte el plumas, el entretiempo se queda sentadito en su casa, sin ganas de salir, pero no así su hermano más espabilado, el Madrid estival, que, de tan presumido y despiadado, necesita hacerse notar allí por donde pisa.

Desde luego, es bien sabido: Madrid es duro, y en verano… pues en verano más.

Campamento Vallecas 3Julio en Madrid

Entonces, ¿a quién se le ocurriría quedarse en Madrid durante el temido mes de julio? ¿Qué madrileño o madrileña de bien puede querer quedarse en su querida y muy temida ciudad en vacaciones? ¿Cómo puede alguien guardar un gran recuerdo vacacional DENTRO de Madrid? Pues supongo que gracias a un campamento urbano.

Un campamento no es un cole de verano. Un campamento no es un campamento solo por tener yincanas, ir a la piscina, al rocódromo, al zoo o hacer manualidades, que son algunas actividades que hemos realizado.

«Verdadero grupo»

Un campamento, o mejor, un campa, solo es campa si, durante esas tres semanas (o lo que dure), el grupo de chavales sienta que son un verdadero grupo. Que creen relaciones y amistades únicas, independientemente de que se conozcan de hace dos días. Un campa solo es un campa si los monitores te hacen bromas, juegan contigo, te manchas de arriba abajo en una yincana o inventas un baile absurdo con tus viejos y nuevos amigos.

En algo que no sea un campa, puedes hacer escalada, pero, desde luego, no te partes de risa cuando tu monitora se queda colgada de la forma más graciosa posible. No animas ni jaleas a tus compas cuando tienen miedo a subir más alto. En algo que no es un campa puedes ir a Rascafría y bañarte, pero no compartirás tu almuerzo con los demás, ni harás junto con todos los chavales una pelota gigante de papel de aluminio para jugar al fútbol.

Amistad sólida

Un campa solo es un campa cuando estableces, sin darte cuenta, una amistad más sólida que un roble mientras barres el comedor, y echas a suertes quién sale a tirar la basura. Sin darte cuenta, descubres que, si antes intentabas escaquearte de limpiar, ahora te ofreces voluntario o voluntaria. Quizá lo hacías por recibir una chapa (un pin, no una bronca) de los pitufos, pero es posible que pensases que merece la pena ayudar en aquello que te importa.

El Pitucamento de Santa Irene y San Cosme (el Pitufo Bromista se llevó algunas letras) ha conseguido ser eso, un campa con todas las letras. Y, sinceramente, hemos conseguido aquello por lo nadie apostaría en un primer momento: un recuerdo divertido e imborrable de Madrid en julio, ¿es que acaso se puede pedir más?

Monitores de ARCORES

Por supuesto, nada de esto habría sido posible sin el equipo de monitores (la gran mayoría eran de ARCORES) del Colegio Agustiniano. Cada uno de ellos aportó de forma completamente desinteresada su ilusión y sus ganas, y podemos asegurar que si hubiese faltado cualquiera de ellos, este campa habría sido completamente distinto, y, por qué no decirlo, menos divertido.

Que chicas y chicos tan jóvenes tengan un nivel tan alto de compromiso y entrega por un proyecto, nos hace mirar el mundo de forma mucho más optimista. Es gracias a voluntarios así que cada año nos dan más ganas de llevar a cabo estas aventuras. No había más que ver la cantidad de besos, abrazos y alguna que otra lagrimilla que se llevaron de los niños, pidiéndoles constantemente que volviesen el año que viene».

Testimonios de otros monitores

«Este es mi segundo año yendo al campamento de la parroquia Santa Irene y la parroquia San Cosme como responsable. Me lo he pasado genial con todos los niños y he conocido gente nueva. Estoy muy agradecida de que hayan contado otro año más conmigo y espero compartir con ellos muchos más. Gracias a todos por todo lo vivido en el campamento» (Silvia).

«¿Cómo me he sentido al poder participar en esta experiencia? La respuesta es sencilla: FELIZ. Esta experiencia consigue sacar una sonrisa a cualquiera. Los niños son una maravilla que siempre acaban alegrándote el día» (Marina).

«Este segundo año como monitor del campamento ha sido muy gratificante, es una gran oportunidad poder convivir con chicos de todo tipo de condiciones. Ha habido una buena organización y los chavales se lo han pasado estupendo haciendo actividades deportivas, excursiones y juegos en la parroquia» (Gustavo).

 

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Durante este mes de julio, seis voluntarios de ARCORES en el Colegio Agustiniano de Madrid han colaborado como monitores en un campamento urbano organizado por las parroquias Santa Irene y San Bernabé del barrio de Vallecas.

Los monitores han escrito una crónica contando su experiencia:

«Durante este verano el grupo de Ecologistas con acento, de las parroquias Santa Irene y  San Bernabé, se ha transformado en una sala de cine, un parque acuático, una ruta por lo más emblemático de Europa, espacios donde aprender, convivir y respetar… Desde finales de junio y la primera mitad de julio, las dos parroquias se han unido para realizar un campamento urbano con infinidad de actividades.

El compromiso con el respeto al medio ambiente y aprender a dejar una huella positiva en la naturaleza han sido el hilo conductor del campamento. Alrededor de 45 niñas y niños han disfrutado este verano de diversión y aventuras, siempre con las medidas sanitarias adecuadas.Tras analizar la realidad del barrio se podía ver que hay pocos espacios en la zona donde los más pequeños pudieran vivir un verano diferente.

Las familias que han participado tenían realidades socioeconómicas distintas; unas han sufrido las consecuencias de la pandemia, otras necesitaban poder compaginar el trabajo con los meses de vacaciones, otras han considerado que los valores de nuestro campamento podrían contribuir positivamente en el crecimiento de los menores. Es importante ver lo necesario que es, para muchas familias a las que la crisis ha golpeado con más fuerza, el poder tener un espacio donde disfrutar y jugar durante este verano.

Durante esta quincena hemos disfrutado de gymkanas de agua y culturales, actividades deportivas, manualidades, juegos… Para hacer el calor del verano más llevadero hemos ido a la piscina dos veces a la semana; también hemos ido al cine, hemos visitado y jugado en el parque del Retiro y el Palacio de Hielo. También hemos realizado manualidades con el fin de aprender a reutilizar los desechos más comunes, como briks de leche, cajas, vasos… Por ejemplo, hemos fabricado instrumentos musicales con los que después amenizar una fiesta.

Como actividad estrella hicimos una visita al parque Europa, donde realizaron torneo láser y multiaventura con rocódromo y tirolinas. Para poner la guinda final del campamento, el último día comimos pizzas y jugamos al minigolf y a los bolos.

Hemos disfrutado de la participación de un grupo de jóvenes voluntarios de ARCORES, estudiantes del Colegio Agustiniano de Madrid. Su entusiasmo y motivación han posibilitado, junto al resto de coordinadores, que este campamento haya tenido esta fuerza. Al finalizar el campamento, muchas familias han agradecido el campamento,

 

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Durante este mes de junio, ha tenido lugar en el Colegio Agustiniano de Madrid una recogida de alimentos, dentro del convenio firmado por ARCORES y este centro con Cáritas Vicaría IV, de Vallecas. En total, se recogieron 1.800 kilos de alimentos, destinados al economato de Cáritas. Esta es la mayor recogida de productos de todas las que ha recibido Cáritas para este lugar. La organización pidió que se llevara especialmente aceite y leche, aunque también se recogieron otros alimentos no perecederos, como pasta, arroz, harina o azúcar.

Además, gracias a este acuerdo de colaboración, esta semana ha comenzado un campamento urbano con 45 niños, en el que colaboran como monitores seis voluntarios de ARCORES y el Colegio Agustiniano.