Donde comienzan los sueños, Casa Talita

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Imagina tener 18 años y de repente encontrarte sola en el mundo. Sin familia a la que acudir, sin un lugar al que llamar hogar, sin una red que te sostenga mientras das tus primeros pasos hacia la vida adulta, Casa Talita puede ser el lugar de sus sueños.

Esta es la realidad que enfrentan muchas jóvenes que han crecido bajo la protección del sistema de menores y que, al cumplir la mayoría de edad, ven cómo esa protección desaparece de la noche a la mañana. El pasado 3 de junio, con la bendición de Monseñor José Luis Retana, este proyecto se convirtió en realidad, abriendo sus puertas a las primeras tres jóvenes que han decidido apostar por su futuro.

Todo comenzó con una inquietud compartida. José María Bernal, de ARCORES, veía una y otra vez la misma historia: «Chicas que al salir de centros de protección quedaban en situación de desamparo». No podía quedarse de brazos cruzados.

Pero los sueños grandes necesitan compañía, y pronto encontró eco en las Hermanas de la Consolación, que llevaban años trabajando con jóvenes en dificultades. «Encontramos compañeras de camino», recuerda Bernal con emoción. Después se sumaron las Hijas de Jesús, y lo que había comenzado como una inquietud individual se transformó en una misión compartida.

Tenían la voluntad, tenían la experiencia, tenían el corazón… pero les faltaba lo más básico: un hogar. «No conseguíamos la logística habitacional», explica Bernal. Fue entonces cuando tocaron a la puerta de la Diócesis de Salamanca, y como él mismo dice, «nos acogieron de forma extraordinaria».

Talitha Kum: «Niña, Levántate»

¿Por qué «Talita»? La respuesta nos lleva a un pasaje del Evangelio que toca el corazón. Cuando Jesús se acerca a la hija de Jairo, una niña que parecía no tener esperanza, le toma de la mano y le dice: «Talitha kum» – «Niña, a ti te hablo, levántate».

Como explica la Hermana María Carmen Escalante, de las Hijas de Jesús: «Eso es lo que queremos hacer en este proyecto: acoger a estas chicas jóvenes que salen de los centros tutelados y tienen por delante toda una vida. Pretendemos darles esa mano y ayudarlas a levantarse, a ser autónomas, a ser mujeres de una pieza, a caminar por la vida».

Hasta el logotipo cuenta una historia. Diseñado por el Padre Jaazeal Estelou, presidente de ARCORES, muestra cuatro llamas sobre lo que es a la vez un tejado y una flecha. «Las llamas representan a las cuatro instituciones que hacemos posible este proyecto», explica la Hermana Escalante, «y tiene forma de flecha y de casa porque aquí se acoge y se impulsa hacia arriba a estas jóvenes».

 

Más que Cuatro Paredes: Un Trampolín hacia el Futuro

Casa Talita no es solo un lugar donde dormir. Es un espacio donde aprender a vivir. Donde descubrir que cocinar puede ser un acto de amor propio, donde entender que las normas de convivencia son en realidad formas de respeto mutuo, donde darse cuenta de que el futuro no es algo que simplemente sucede, sino algo que se construye día a día.

La Hermana Marisa Carrero, de la Consolación, lo explica con palabras sencillas pero profundas: «La idea central es que estas jóvenes avancen en su día a día, desde conocerse entre ellas, las habilidades sociales o el quehacer que supone una casa, desde enseñarles a cocinar, a estar en un piso, y a ser responsables».

Pero hay algo más importante aún: «Serán las jóvenes las que tomen las decisiones, y nosotras estaremos en la sombra para apoyarlas». Porque de eso se trata Casa Talita: de acompañar sin imponer, de sostener sin asfixiar, de estar presente sin invadir.

Tres jóvenes han cruzado su umbral con sus maletas, sus miedos, sus esperanzas y sus ganas de construir algo nuevo. Ellas son las verdaderas protagonistas de esta historia.

Aunque la casa tiene capacidad para cuatro, hemos preferido comenzar poco a poco. «De momento entrarán a vivir tres, pero la idea es ampliarlo a cuatro en cuanto cojamos un poco de rodaje», explican los responsables. Porque cada historia importa, cada proceso es único, y queremos asegurar que cada una reciba la atención que merece.

No están solas. Un equipo de coordinadora, técnicos, educadores sociales y psicólogos las acompaña en este camino. Pero sobre todo, se acompañan entre ellas, creando esos lazos que solo nacen cuando se comparten sueños y se enfrentan juntas las dificultades.

Cuando la Unión Hace la Fuerza

Casa Talita es la prueba de que los milagros ocurren cuando las personas de buena voluntad deciden unir fuerzas. ARCORES España puso la iniciativa y la gestión. Las Hermanas de la Consolación aportaron su experiencia en acompañamiento. Las Hijas de Jesús sumaron su carisma educativo. Y la Diócesis de Salamanca ofreció algo invaluable: un hogar.

«Entendían que la forma de rentabilizar ese recurso que tenían era a través de la obra social, del apoyo a las mujeres jóvenes sin recursos», explican desde las congregaciones. Y es que a veces la mejor inversión no se mide en euros, sino en vidas transformadas.

Casa Talita es solo el comienzo de algo más grande. «Nuestra idea es que las chicas acojan el piso como su casa y que cuando salgan de él tengan un futuro», dice la Hermana Marisa. «Un trampolín para acceder a la vida».

Pero los sueños no tienen límites. Los responsables del proyecto ya hablan de «inaugurar más viviendas con el tiempo», de crear un modelo que pueda replicarse en otras ciudades. Porque si algo hemos aprendido es que cuando se trata de cambiar vidas, nunca es suficiente.

Como dice la Hermana Marisa con una convicción que se siente en cada palabra: «Todos tenemos derecho a una vida digna y a labrar nuestro futuro». Casa Talita es nuestra forma de hacer realidad esa convicción.

 

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